lunes, 16 de noviembre de 2009

La burbuja inmobiliaria y sus efectos (en septiembre de 2006); vaticinio acertado

Hay historias terroríficas, y ésta es una de ellas (es un enlace visto en Facebook y enviado por mi amigo Carlos Hidalgo, Earl). Lástima que mucha gente no la tuviera en cuenta en septiembre de 2006, que es cuando Alberto Noguera la escribió en su blog. Cuando digo terrorífica, es que lo es. Mucha gente no sabe que las hipotecas están ligadas en este país a la persona que firma, no al bien que compra.

Y si te lees esta entrada, que se titula Siempre puedo refinanciar, espero que no te entre el canguis pensando lo que estará pasando la gente y lo que les quedará por pasar. Es increíble. Y el miedo que da ver cómo hay muchas personas que van a estar pagando años un pastón por nada y que, además, habrán hecho perder la casa a sus padres, sólo es comparable con lo que dice el abogado Javier Morillas:

Y lo que nos ha pasado como país, nos ha pasado como sociedad. Hay una generación perdida de remeros encadenados a hipotecas de duraciones absurdas a precios estratosféricos. Pero mucho más preocupante es la casta de descerebrados poligoneros a los que hemos acostumbrado a ganarse 3.000 euros al mes, la mitad en B, sin tener ni el graduado escolar. Ellos son el paro estructural del 25% que nos aguarda. Va a haber exceso de coches tuneados en las páginas del segundamano. Hasta el kinkismo se va a devaluar.
(Lee la entrada entera en su blog)

Advierto, que Javier es de derechas de los tiempos del tío Paco, que nadie se alarme y que todo el mundo esté prevenido. Y debería asustar a muchos que sus sesudos análisis sean tan acertados y tan sencillos de comprender. Aquí tenéis una serie de artículos sobre el sector de la construcción en Madrid (buscad las once entradas deRíe caminante: por aquí pasó la burbuja inmobiliaria"). Acojonan.

Y qué decir de Expolio intergeneracional, o que los pensionistas se vayan a la calle por avalar a sus hijos (de la serie de la burbuja inmobiliaria), o de la avaricia del timado.

Y esto da que pensar. Y mucho. Porque si resulta que una persona de ideas más a la derecha del PP está acertando de pleno, lo único que le queda pensar a uno -aparte de que Javier tenga una mente privilegiada- es que los políticos de este país están a uvas pero no a las maduras. Y si siguen escondiendo el ala cuando tienen que echarle narices y siguen dejando la situación así, vamos directos a un nuevo cesarismo del que igual nos tenemos que arrepentir. Léanse ustedes El retorno de los césares de José Manuel Otero Novas y verán de qué estoy hablando.

Y sí, me preocupa ver sentido común en la extrema derecha y no en los demás partidos políticos. Mucho.

Avisados quedan.

Vía: Alberto Noguera, Facebook y La Opinión del Cuco.

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