miércoles, 30 de junio de 2010

Ley del Cine catalán: cuando los políticos ignoran la realidad perjudican a sus ciudadanos

El Parlamento Catalán, desoyendo con alevosía y chulería la sentencia del Tribunal Constitucional, que no avala la preferencia del catalán sobre otras lenguas, ha aprobado hoy la famosa Ley del cine con la que pretende que las salas exhiban en unos pocos años la mitad de las películas dobladas a la lengua occitano-levantina.

No contentos con ello añaden una cláusula por la cual se establece la obligación de que los DVD que se distribuyan en Cataluña incluyan el catalán entre los lenguajes disponibles en sus menús de doblaje y subtítulos.

Dejando aparte el sentimiento de confrontación artificial que se está creando por algo obvio no sólo ya en España sino en cualquier otro país -a ver cuál dejaría que existieran dos "naciones" en su territorio- y la nefasta política lingüística en la que se subvencionan asociaciones delatoras en puro estilo comunista, lo que muestra esta ley es el más absoluto desconocimiento de la realidad por parte de los políticos.

Y no es por la lengua, que en este caso no tiene la culpa de nada -y la lengua catalana es igual de respetable que cualquier otra en España o en el mundo-, sino por los efectos que esta norma va a traer a la industria audiovisual catalana. Por una parte se forrarán aquellos que tengan que doblar las películas extranjeras... por otra muchas salas cerrarán y las distribuidoras de DVD se negarán a distribuir en Cataluña o repercutirán un gran coste a las copias obligadas a llevar el menú en catalán.

La primera cuestión se produce porque a día de hoy, con subvenciones y todo, las copias en la lengua vernácula de Cataluña son vistas por menos del 5% de la población. Es decir, que una copia doblada en castellano consigue 19 veces más recaudación que la misma en catalán. Como eso dice que la gente prefiere el castellano al catalán en el cine, los políticos catalanes piensan obligar a la población con una ley redactada ex profeso. Pero eso no hará más que contraer la recaudación de los cines, que verán sus salas en castellano abarrotadas y otras vacías. Cada vez habrá menos salas en los dos idiomas. Y si no, al tiempo.

Pero lo que es más absurdo, y aquí entra el desconocimiento más aberrante de la realidad circundante en el que viven los políticos, es lo de los DVD. En un mundo en que las copias se descargan y en el que si quieres comprar un soporte físico tienes que ir a buscarlo a páginas web específicas de DVD... a ver quién es el guapo de arriesgar dinero para distribuir DVD el doble de caros en catalán que en castellano. Estos señores no se enteran. Me sale más barato comprarlo en DVDGo que en el Corte Inglés de Barcelona (o incluso en la página web de El Corte Inglés, donde puedo elegir el idioma y que precio quiero pagar).

¿Entonces, a qué viene esa cláusula? Pues, según mi experiencia en lides políticas -para eso trabajé en un gabinete de comunicación de un partido regionalista-, para dar dinerito a los amigüitos. Me explico: al haber pocos DVD con opción de catalán y venderse aún menos, llegará un momento en que será obligatorio establecer subvenciones para hacer que ese producto, al menos, tenga el mismo precio que los otros. ¿Y quién se llevará las subvenciones? Los afines a la idea de dominación del catalán sobre todos los aspectos de la vida. Y si no se vende lo distribuido, ya lo regalarán.

Eso sí, al menos a los que viven en Cataluña les queda Internet. Para comprar fuera sin que se meta un Gobierno en su vida privada y su capacidad de elección. Parece mentira que Cataluña fuera hace veinte años el ejemplo de una sociedad empresarial. Hoy en día la Generalitat destruye hasta la libertad empresarial de vender lo que se quiera, siempre que no perjudique al consumidor, y en el idioma que el empresario elija. Lo mejor de todo es que la ley ya llega anticuada... porque el futuro es digital y los ciudadanos catalanes podrán elegir sin que se meta nadie en su vida.

Ejem. Salvo la Ministra de Cultura.

miércoles, 9 de junio de 2010

Una historia espiritual no es "filosofía", oiga

Tengo un conocido en Internet, Francisco Agenjo que es una excelentísima persona. Quizás lo único que le pueda criticar es un exceso de buenrrollismo a la hora de pensar en la bondad del ser humano y su forma de despreciar, sin saberlo, los grandes avances del pensamiento humano. Tiene una serie de blogs, igual que yo, pero uno de ellos es muy interesante: se llama Diseñando la singularidad.

Pues bien, ha redactado una entrada recordando la serie de televisión Doctor en Alaska, en la que habla de la filosofía inherente que destila la misma. Pues bien, es aquí donde se equivoca. Esta serie está imbuída de espiritualidad y pensamientos profundos, no de lógica.

No confundamos filosofía con pensamientos profundos... La filosofía es el estudio lógico de las explicaciones de las cosas que pasan a nuestro alrededor. Es una metaciencia, ya que sin ella no existirían ni la matemática ni el método científico.

Los pensamientos profundos, espirituales, no son filosofía. Incluso los epicúreos, que son los que buscan la felicidad, lo que hacen es sistematizar de forma lógica los pasos que has de cumplir para conseguirlo. O preguntarse por qué el exceso de hedonismo puede ser malo para la felicidad y viceversa.

El caso es que se confunde, como ocurre en Matrix, a una historia con mucha carga espiritual con algo "filosófico". Aparte de que la gente tiene un concepto muy extraño de lo que es la filosofía (piensan más en mitos que en lógica), yo creo que es por la tremenda necesidad que tiene el ser humano -independientemente de los tiempos que corran- de tener unas referencias que tranquilicen su espíritu.

Un espíritu que es por naturaleza insaciable. Algunos seres humanos llevan muy bien ese aspecto: son aventureros, arriesgados, avanzados, no paran nunca. Suelen ser los más espirituales de todos porque han conseguido ver ciertas cuestiones que les permiten conocerse a sí mismos y al mundo que les rodea. Con lo cual, asumiendo su insaciabilidad de experiencias, quieren experimentarlas. Son los aventureros, los investigadores, las grandes personas.

Otros son temerarios, ansiosos, necesitados de experiencias, los verdaderamente insaciables. No tienen miedo a la experiencia, tienen pavor a quedarse quietos. Estos suelen ser los más afectados por la falta de espiritualidad, por el vacío, porque no sólo no se conocen sino que además no quieren conocerse. Son los compradores compulsivos, los adictos al sexo, los ricos necesitados.

Los hay conservadores, tranquilos, pensativos. No necesitan más que pequeñas experiencias para llenarse. Pueden ser muy espirituales, pero en el caso contrario de los primeros, son mucho más introvertidos. Estos se dedican a filosofar, a jugar con la mente. Son los inteligentes, los científicos, los contables.

Los hay temerosos, mezquinos, envidiosos. Son beligerantes ante lo nuevo que no controlen. Son muy poco espirituales, aunque como son mezquinos y temerosos suelen ampararse detrás de dogmas (sean religiosos o sociales). Quieren mantener su estátus como sea. Son los acomodados, los demagogos, los charlatanes, los amargados.

Y todo eso es cuestión de espiritualidad, de pensamientos profundos. La filosofía, en todo caso, lo que haría es axiomatizar con la lógica lo que acabo de decir. ¿Por qué se produce esto? La espiritualidad lo que hace es compartir la experiencia. La ciencia comprobar cómo ocurre y si es con asiduidad para archivarlo como teoría. La religión, dogmatizar para calmar los miedos de la gente.

Todas las cuatro posibilidades, tanto de hombres como de prácticas son buenas en sí mismas y pueden producir resultados nefastos. Es cuestión de lógica y de conocer el Principio de Pareto. Pero en algo sí que estoy de acuerdo con mi conocido. La filosofía y la ciencia no ofrecen la "esencia de vida" que sí que transmite esa serie de televisión.

martes, 1 de junio de 2010

Aprenda usted a manejar trols en Internet, que no le coman el espíritu ni su tiempo



Si usted no sabe lo que es un trol, se puede sentir perdido en este mundo virtual digital que se ha creado con Internet. Es algo de cultura popular digital que tiene que tener presente.

En resumen, un trol es una persona que monta gresca en un foro o lista de correo con la única intención de provocar una gran controversia y sacar de las casillas a mucha gente. Se les llama trols, como los personajes míticos, porque son desagradables y faltosos.

Si se encuentra un trol, pase de él. Don't feed the troll o "no alimentes al trol" dice el dicho popular que es tremendamente efectivo. Mejor conjuro que no contestar al trol no existe. Quizás digamos que es algo así como "no hay mejor desprecio que no hacer aprecio". ¿Por qué? Porque un trol de Internet (alguien escudado en el anonimato) puede consumir sus energías hasta límites insospechables y, además, hacer que pierda muchísimo tiempo y la alegría de vivir. ¿Que no se lo cree? Pues léase este artículo sobre los trols de Internet que publicó la extinta Soitu.

Aunque hay gente que le encantan las enganchadas en Internet -también llamadas flames, "llamas" en inglés-, hay que tener en cuenta que son muy adictivas y que pueden llevar a perder no sólo tiempo sino la cabeza y la alegría. No hay que dejarse llevar por las malas críticas de desconocidos. Si usted tiene una empresa y alguien se dedica a tirar por el suelo sus productos, no le conteste. Observe si tiene razón y si no, seguro que es un competidor celoso.

Mírelo así: si encuentra fallos en su producto, le han hecho un favor porque podrá mejorarlo; si no, podrá sentirse orgulloso de que alguien le tenga tanta envidia, habrá hecho bien su trabajo.

Pero no alimentar al trol no es quedarse quieto. Puede no contestarle si es una cuestión personal: tenga en cuenta que el arte de ignorar puede ser muy satisfactorio. Pero también puede tratarle con respeto, quizás un tanto excesivo pero sin pasarse, cuando le critique por negocios: el que quedará mal es él y los demás interlocutores entenderán rápidamente que es un ridículo que no sabe estar.

Por último, si usted es el administrador de su página: le aconsejo que elimine todos los comentarios soeces que entren en ella. Sea inflexible. Incluso con sus amigos. Y reclame que la gente se identifique claramente. Quizás tendrá menos comentarios, pero seguro que también menos trols que le toquen las narices a usted y a la gente que comenta en su sitio.