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miércoles, 3 de noviembre de 2010

Tres tipos de esgrima; tres tipos distintos de realidad

Esta mañana tomándome mi café indispensable en el Cantabrín, mi lugar favorito en León que llamo "la base de operaciones", le comentaba a una de sus camareras, Helena (un encanto de mujer con la que tengo maravillosas conversaciones) que existían tres tipos de esgrima y que con eso se podía describir a distintos tipos de personas.

No sé muy bien por qué razón terminó llegando esa conversación a estos términos, pero sí que se me quedó en la cabeza así que lo voy a transmitir ahora aquí.

Existen tres tipos de esgrima, la deportiva, la de combate y la teatral o cinematográfica. La primera se denomina "tirar" y sus practicantes "tiradores". Se practica en gimnasios especializados con pistas largas y su origen parece ser que es español, donde se publicaron los primeros tratados.

La segunda, es la esgrima de combate: defensiva, rápida, poco vistosa y letal. Te jugabas la vida y no era cuestión de ir desenvainando la espada ropera (porque te "vestías" con ella) ante cualquier desconocido. La mayoría de los lances terminan con la espada atravesando la cabeza del contrario, una de las piernas, uno de los brazos, el abdomen o el pecho por este orden. Tenías que matar o incapacitar rápidamente, puesto que combatir cansa mucho, y sin piedad.

La tercera, la de las películas. La que todos hemos visto, que es sobreactuada y con molinetes innecesarios para que se vea el combate, pero más falsa que un castillo de cartón piedra. Es más, en un sólo movimiento de la esgrima teatral un esgrimista de combate ya te habría atravesado dos veces.

Y a todo esto decía que se podía conocer a las personas por el tipo de esgrima que preferirían. Las primeras, los que entrenan para mejorar; las segundas, las decididas y que actúan con total celeridad; las terceras, las que teatralizan todo lo que hacen y nunca llegan a hacer nada, suelen ser las que hablan mucho y hacen poco.

Yo, por supuesto, y dependiendo del día, prefiero la primera y la segunda (sobre todo esta última). Y, lo mejor de todo, es que sé de un gimnasio de tiradores en mi ciudad... y algún día me apuntaré. Sin duda. Además es muy glamuroso... Ahora tengo que elegir entre sable, florete o espada.

(Dedicado al caballero, que lo es y con el que espero "tirar" algún día aunque sea de viva voz, que me dejó compuesto -y con el espetón en la mano en posición Agrippa-, haciendo el ridículo frente a una valiosa damisela ;D).